El punto es que esta movida de las uvas Criollas es una tendencia que viene creciendo de la mano de los winelovers y de paladares exploradores.
Las uvas Criollas se originaron en Sudamérica como resultado del cruce natural entre vides (variedades de uvas) traídas por los españoles durante la colonización. Algunas prometen vinos de alta calidad y únicos.
Las Criollas presentan gran diversidad pero poca claridad en su identificación. Muchos especialistas llevan años trabajando sobre estas variedades. A muchas Criollas se las pudo identificar genéticamente y conocer su origen y a sus progenitores, gracias al estudio de ADN.
La visión para las Criollas es dar a conocer una nueva imagen y prestigio ya que tienen potencialidad enológica, son exclusivas porque son autóctonas y porque tienen una historia que contar, de cultura, tradición y lugar.
Vamos a lo técnico
Se denomina “Criollas” a las variedades que se originaron en Sudamérica. En general, se generaron a partir de cruzamientos naturales entre las plantas de vid traídas por los españoles desde la época de la conquista.
Los cruzamientos naturales se producen cuando el polen de una variedad fecunda la flor de otra variedad, originando una semilla genéticamente distinta a sus progenitores, por lo tanto, un nuevo genotipo, o en el caso de la vid, una nueva variedad.
Si bien esto parece poco probable que ocurra, hay que considerar que las plantas se cultivaban mezcladas en la misma parcela y que esas variedades convivieron juntas por casi 400 años. Esta hipótesis fue probada hace algunos años por investigadores de la FCA de la Universidad de Cuyo y de Chile, quienes determinaron que la mayor parte de estas variedades tienen como “progenitores” al Moscatel de Alejandría (variedad de origen griego traída a América por los jesuitas) y a la denominada comúnmente Criolla chica, que en realidad es una variedad española cuyo nombre original es Listán Prieto.
Estas dos variedades se cruzaron repetidas veces y originaron las variedades Criollas más conocidas hasta el momento. Se trata, por lo tanto, de variedades que vienen siendo cultivadas desde hace casi 400 años y adaptadas al medio ambiente local.
La uva Criolla más famosa de Argentina
Torrontés Riojano, la mismísima. Surgió por el cruzamiento entre Listán Prieto y Moscatel de Alejandría.
La Torrontés es una uva fresca y aromática. Se dio por primera vez en Mendoza, pasó a San Juan y finalmente encontró su actual característica y denominación en La Rioja, para convertirse en la única uva criolla originada en América. Hoy, Salta, lo mejor del Torrontés.
Hay Criollas menos conocidas, como la Criolla Grande, Cereza, Moscatel Rosado, Pedro Giménez, entre otras, que comienzan a darse a conocer como alternativas, rarezas, para paladares exploradores y originales que buscan vinos irrepetibles, atractivos, que hablen del lugar y que su estilo y características no se encuentren en el resto del mundo.
Y es aquí donde creemos necesario contarles más acerca de las Criollas.
Qué pasa a nivel mundial?
En el mundo existen miles de variedades de uvas diferentes y para distintos usos: para consumo en fresco, para vinificar, uva para pasa, entre otros.
El mercado mundial de vinos se reserva a un grupo minoritario de variedades que ocupan un gran porcentaje de las ventas de vino a nivel mundial. Mayormente son francesas, españolas e italianas (Malbec, Cabernet Sauvignon, Chardonnay, Merlot, Tempranillo, Sangiovese, etc.).
En términos generales, el mercado argentino sigue esa línea. Durante la transformación de la industria vitivinícola durante los años 90, se realizó una reconversión de viñedos hacia variedades de alto valor enológico, todas europeas.
Más allá de esta marcada tendencia, aún existe alrededor de un cuarto de la superficie plantada en Argentina, cultivada con variedades Criollas (Aprox. 60.000 Ha).
Durante las décadas del ´70 y ´80 se privilegió el cultivo de las Criollas debido a su alto potencial de rendimiento. Principalmente se destinaban a la producción de vino básico y/o mosto (jugo de uva), dependiendo de las condiciones del mercado.
Las Criollas han sido cuestionadas debido a su escasa aptitud enológica, en especial para la elaboración de vinos tintos. Excluída de esta mención está la variedad Torrontés Riojano, la cual es considerada, hasta el momento, la variedad criolla de mayor calidad enológica.
Actualmente, existe un interés creciente en elaborar vinos de alta o media gama con estas uvas Criollas y generar productos únicos del territorio, de calidad y que puedan diferenciarse en los mercados.
Qué pasa cuando se conduce a las Criollas hacia la calidad?
Hay gran diversidad de variedades que existe dentro del grupo Criollas. Muchas de ellas tienen un alto potencial enológico, el cual amerita ser estudiado en mayor profundidad.
Con rendimientos más bajos y buen trabajo en los cuidados del viñedo, las uvas Criollas son utilizadas para elaborar vinos joviales y de un perfume distinto a los conocidos. Tienen potencial que seduce a winelovers y a paladares expertos en busca de otras sensaciones.
Es súper interesante el trabajo que hace el enólogo Lucas Niven para sus Criollas Argentinas. Vinos ligeros, de frescura y de sed.
Agustín Lanús, enólogo de los Valles Calchaquíes, habla de la Criolla Chica. “Es nuestra, es rústica, noble, se adaptó a nuestra región desde hace cientos de años, por lo que nunca se enferma ni se hiela y está siempre entera”.
Buenos ejemplares de Criolla Chica son Vallisto y Sunal Ilógico, todas de los Valles Calchaquíes.
Mientras que la Criolla Grande, Moscatel Rosado, Torrontés Sanjuanino y Pedro Giménez, se pueden encontrar en los ejemplares de Paso a Paso, cuyos viñedos se encuentran en Montecaseros, San Martín, Mendoza, bajo el sistema de conducción de parrales mixtos.
Vale la pena sumergirse, con mente abierta, en el mundo de las Criollas. El mundo del vino está lleno de buenos proyectos y desarrollos abiertos a la exploración. Desde Criolla Wine los apoyamos con amor!
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Fuentes utilizadas:
INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria).
WofA (Wines of Argentina).
