5 RAZONES PARA RECONSIDERAR EL RIESLING

Dentro del mundo del vino, pocas uvas han sido tan malinterpretadas como la Riesling. Durante años, quedó encasillada como sinónimo de vinos empalagosos y de baja calidad, muchas veces se ha asociado a esta uva con la producción industrial a escala, con montones de azúcar añadido.

Sin embargo, contrariamente a la creencia popular la Riesling es, en realidad, una de las variedades más expresivas y versátiles que existen. Capaz de reflejar con precisión el lugar donde se cultiva, ofrece un abanico de estilos que va desde los secos hasta los más dulces y complejos.

Si todavía no lograste conectar con esta cepa, tal vez sea momento de mirarla con otros ojos. Acá tenés cinco razones para cambiar de opinión sobre esta uva.

El Riesling no es sólo “vino dulce”…

Aunque muchos lo asocian automáticamente con vinos dulces, gran parte del Riesling que se produce hoy en el mundo es seco. Esta cepa es una de las más aromáticas que existen: puede desplegar notas delicadas de flores blancas, cítricos frescos y hasta una mineralidad que recuerda a la piedra mojada. Con el paso del tiempo, esos aromas evolucionan y se vuelven aún más complejos.

Una de sus mayores virtudes es su marcada acidez natural, que da como resultado vinos vibrantes, refrescantes, con una energía que los hace irresistibles. Y que, sin duda, merecen un lugar en tu mesa y en tu cava.

Cuando se elaboran en versión seca, el Riesling ofrece vinos frescos, enérgicos y profundamente placenteros.

…pero cuando lo es, es de otro mundo

Y si hablamos de versiones dulces, el Riesling alcanza niveles aún más altos. Esta variedad da origen a algunos de los vinos de postre más admirados del mundo, elaborados a partir de métodos como la vendimia tardía, la botrytis (o “podredumbre noble”) y el icewine, entre otros.

Estos vinos dulces no son simplemente golosos: son intensos, profundos y llenos de matices. Lo que los distingue es su impecable equilibrio entre azúcar y una acidez muy marcada, que les da frescura y evita que resulten pesados.

Además, esa combinación de azúcar y acidez les permite envejecer durante décadas, desarrollando una complejidad asombrosa con el tiempo. Eso sí, algunas de estas joyas pueden costarte un ojo de la cara.

El Riesling es increíblemente fácil de beber

Gracias a su elevada acidez y a su gran variedad de estilos,  la Riesling es probablemente una de las variedades más versátiles que existen. A la hora del maridaje, el Riesling seco combina impecablemente con una gran variedad de mariscos, ensaladas y todo tipo de entradas livianas.

Los Riesling no secos, con algo de azúcar residual, son perfectos para maridar con comidas especiadas, especialmente las cocinas asiática e india. ¿Y qué decir de un Riesling de vendimia tardía con el postre? Posiblemente uno de los maridajes más sublimes que se pueden lograr.

Más allá de Alemania

Si bien el Riesling tiene sus raíces en las laderas del valle del Rin, su historia hoy es global. Alemania sigue siendo el corazón de esta variedad, pero no es el único lugar donde alcanza niveles notables. Austria, la región francesa de Alsacia, Australia y el estado de Washington en Estados Unidos, también producen Rieslings de clase mundial.

¡Ojo! En Argentina tenemos grandes exponentes. Muchas bodegas están apostando por esta cepa, especialmente en regiones frescas como la Patagonia y zonas altas de Mendoza, donde el clima y la altitud permiten lograr versiones vibrantes, aromáticas y con buen potencial de guarda.

Una de las cualidades más destacadas de esta uva es su capacidad para expresar el origen: lo que llamamos una variedad de “gran transparencia al terruño”. Eso significa que cada botella lleva la huella del lugar donde fue cultivada, ofreciendo estilos muy distintos según el clima, el suelo y la mano del productor.

Riesling – Viña Las Perdices.

Tu cava te lo va a agradecer

Los Rieslings de calidad no solo son deliciosos en su juventud, también están entre los vinos con mayor potencial de guarda. Su acidez natural actúa como un conservante ideal, permitiendo que evolucionen durante años —incluso décadas— sin perder frescura.

Y si además tienen un buen nivel de azúcar, como en los estilos dulces o de vendimia tardía, esa capacidad de envejecimiento se potencia aún más. Con el tiempo, desarrollan aromas y sabores profundos, complejos y totalmente únicos. Una razón más para reservarles un lugar especial en tu cava.

En definitiva, el Riesling es una de esas variedades que merece ser redescubierta sin prejuicios. Su increíble rango de estilos, su capacidad de reflejar el origen y su enorme potencial de guarda lo convierten en una cepa única, tanto para quienes se inician en el mundo del vino como para quienes buscan profundidad y elegancia en cada copa. Explorar el Riesling es abrir la puerta a una diversidad que sorprende, seduce y, sobre todo, invita a seguir probando.

EXPLORAR VINOS RIESLING